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Escena XI.
Los mismos y Sancho, que baja precipitadamente por la escalera del cuarto de D. Quijote, y se dirige alternativamente al Cura y al Barbero que no le hacen caso.
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CANTO.
| Dor. |
¡Fernando! (Con ademan suplicante.) |
Fern. |
(¡Dorotea!) (Sorprendido.)
| Dor. |
¡Fernando, por piedad!
(Abrazando sus rodillas.) |
Fern. |
(Apartándola.)
Señora, no os conozco. |
Dor. |
(Con dolor.)
¡No me conoces ya!
Concertante.
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Dorotea.
Pues quieren los cielos
te vuelva á encontrar,
después de una vida
de llanto y de afan,
¡Fernando, Fernando,
de mí ten piedad!
¡tu infamia y mi afrenta
no quieras colmar!
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Fernando.
(Me encuentro perdido:
¡maldita Hermandad!
apenas la vida
podremos salvar.)
(A Dorotea.)
No sed importuna.
Su llanto y su afan
¿á mí qué me importan?
¡Señora, apartad!
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Cardenio y Lucinda.
Pues vuelvo á mi seno
tu seno á estrechar,
mis brazos tu asilo
tus brazos mi asilo
por siempre serán.
En vano el infame,
en vano querrá
romper estos lazos
que ató el cielo ya.
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Sancho.
Aprisa, señores,
venidle á ayudar.
Trabó don Quijote
batalla campal,
y aqui un cintarazo,
un golpe acullá,
al pobre gigante
jigote le hará.
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Barbero.
¿Qué reino ó princesa?
Buen Sancho, apartad:
seguir con la broma
posible no es ya.
De en medio quitaos,
dejadnos en paz.
Un nuevo embeleco
faltaba no mas.
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Cuadrilleros.
La mecha está pronta,
la espada sacad,
que no pueda en salvo
ninguno escapar.
Guardad las salidas,
la venta cercad,
no quede burlada
la Santa Hermandad.
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Coro de mozas.
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El diablo en la venta
parece que está.
Gritar se oye al loco,
¡gran Dios! ¿qué será?
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