Sancho. |
Yo no entro...
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Quij. |
Vamos, Sancho,
ven á mi lado y no temas.
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Sancho. |
Señor, el gato escaldado...
como el refrán nos lo enseña...
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Quij. |
¡Maldito tú y tus refranes!
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Sancho. |
Mas, señor, si aun se me acuerda
la aventura de la manta.
¿Quiere vuesarced que vuelvan
á echarme por esos aires?
No... por vida de mi abuela.
Yo me quedo á campo raso.
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Quij. |
Menguada la hora aquella
en que te elegí escudero
y te saqué de la aldea,
¡cobarde!
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Sancho. |
Yo por mi gusto
un Roldan en valor fuera;
mas quien nació para ochavo
en la vida á cuarto llega,
y...
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Quij. |
¡Acabarás! (Colérico.)
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Sancho. |
Acabé,
entremos pues en la venta.
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Quij. |
Castillo dirás.
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Sancho. |
Castillo,
si asi su merced lo sueña.
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Quij. |
¿Qué murmuras?
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Sancho. |
Nada, rezo:
¿acaso en rezar se peca?
pero... otro temor me asalta...
¿habrá aqui alguna hechicera
que maleficie á mi rucio?
Ño, es que seria muy necia
la broma, si el mismo dia
en que lo hallé lo perdiera.
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Quij. |
Nada dicen las historias
que tus dudas borrar puedan;
pero me inclino á creer,
que los magos su destreza
no emplean sino en corcel es,
el jumento es vil.
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Sancho. |
¡De veras!
(Trae el rucio hácia el proscenio.)
Hijo de mi corazon,
salvaguardia es tu vileza,
ojalá que el ser villano
tambien para mí lo fuera.
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Quij. |
(Dirigiéndose á los grupos que han suspendido su fiesta para contemplar tan extrañas figuras.)
Escuderos, maestresalas,
heraldos, pajes, doncellas,
á juzgar por lo que veo
mi llegada se celebra:
decid á la castellana
que tal regocijo ordena,
que el valiente D. Quijote
humilde los pies le besa.
(Sentándose y con importancia.)
Yo admito vuestros obsequios.
Siga la danza y la fiesta.
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Uno. |
¿Qué dice?
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Mar. |
Nada, está loco.
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Cab. |
Dejadle, la bota venga.
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Cab. |
Allá vá.
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Quij. |
(Levantándose.) ¿Qué replicais?
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Cab. |
Que basta de impertin encias.
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Quij. |
(Levantándose.)
¡Cómo!... osados malandrines,
gente sin ley ni conciencia,
¡ahora veredes! (Desnuda la espada.)
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Sancho. |
¡Señor!...
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Quij. |
Déjame, Sancho; esta afrenta
no ha de quedar sin castigo.
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Sancho. |
¡Por cuanto hay en la tierra! (Sujetándole.)
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Barb. |
¡Señor don Quijote!
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Quij. |
Atrás,
nadie quiero en mi defensa.
(Hace ademan de acometer á los grupos, que se arremolinan hácia el fondo tomando la defensiva.)
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Unos. |
Dejadle venir.
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Otros. |
Dejadle.
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Quij. |
¡Oh señora Dulcinea!
Vuestra memoria me aliente
en esta no vista empresa.
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Todos. |
Fuerte en él.
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Barb. |
¡Señor! (Interponiéndose.)
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Quij. |
¡Canalla! (Acometiendo.)
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Sancho. |
Ya mis espaldas se quejan.
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Todos. |
(Deteniéndose.)
La Santa Hermandad.
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Sancho. |
¿No dije?
¡Dios nos la depare buena!
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