Lope de Vega
1562 - 1635
El peregrino en su patria
Novela (1604/18)
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Rimas: Serrana celestial de esta montaña Serrana hermosa, que de nieve helada Vivas memorias, máquinas difundas
Soneto
Serrana celestial de esta montaña,por quien el sol, que sus peñascos dora,sale más presto a ver la blanca Auroraque a la noche venció, que el mundo engaña,
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5 | a quien aquel Pastor santo acompaña,que en el cayado de su cruz adoracuanto ganado en estas sierras moray con su marca de su sangre baña.
¿Cómo tenéis, si os llama electro y rosa |
10 | el Espejo, a quien dais tiernos abrazos,color morena, aunque de gracia llena?
Pero aunque sois morena, sois hermosa,y ¿qué mucho si a Dios tenéis en brazos,que dándoos tanto sol, estéis morena?*
Canción
Hermosas alamedasdeste prado floridopor donde entrar el sol pretende en vano;fuentes puras y ledas, |
5 | que con manso rüidoa las aves lleváis el canto llano;monte de nieve cano,a quien te mira plata,hasta que el sol en agua te desata;
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10 | con diferentes ojosos miran mis cuidados,pareciéndome espejos diferentes,pues veo los enojosde los tiempos pasados, |
15 | para llorar que los perdí presentes;montes, árboles, fuentes,estadme un rato atentos;veréis que he puesto en paz mis pensamientos.
En gran lugar se puso, |
20 | ¡oh, santas soledades!,quien goza el bien que vuestro campo encierray libre del confusorumor de las ciudades,es dueño de sí mismo en poca tierra, |
25 | adonde ni la guerrasus paces interrompe,ni ajeno yugo su silencio rompe.
Ni por oficio graveque el más indigno tenga, |
30 | la envidia o lisonja le lastima,ni espera que la navedel indio a España vengapreñada del metal que el mundo estima:ya el duro mar la oprima, |
35 | o ya segura quede,ni le puede quitar, ni darle puede.
Ni amor con blando sueñode imaginar süaveal suyo dio solícitos desvelos, |
40 | ni adora tierno dueño,ni se queja del grave,ni sus méritos puso contra celos;que si a los mismos cielosno toca el señorío, |
45 | ¿por qué ha de ser esclavo el albedrío?
Agradecida mirala planta, que a su mano,porque la puso, le rindió tributo;y contento, se admira |
50 | de ver que el cortesanode tantas esperanzas pierda el fruto;que no hay rey absolutocomo el que por sus leyesconoce desde lejos a los reyes.
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55 | Siempre el hombre discretodonde el poder alcanzael apariencia del vivir limita;dichoso el que este efetoha dado a su esperanza, |
60 | y del caer las ocasiones quita;si en la tierra que habitalos ojos pone atentos,aun no pasa de allí los pensamientos.
Quien no sirve ni ama, |
65 | ni teme ni desea,ni pide ni aconseja al poderoso,y con honesta famaen su aumento se emplea,sólo puede llamarse venturoso. |
70 | ¡Oh mil veces dichosoquien no tiene enemigoy todos le codician por amigo!*
Canción
Serrana hermosa, que de nieve heladafueras, como en color, en el efeto,si amor no hallara en tu rigor posada;
del sol y de mi vista claro objeto, |
5 | centro del alma que a tu gloria aspiray de mi verso altísimo sujeto;
alba dichosa, en que mi noche aspira,divino basilisco, lince hermoso,nube de amor, por quien sus rayos tira;
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10 | salteadora gentil, monstruo amoroso,salamandra de nieve y no de fuego,para que viva con mayor reposo:
hoy, que a estos montes y a la muerte llego,donde vine sin ti, sin alma y vida, |
15 | te escribo, de llorar cansado y ciego.
Pero dirás que es pena merecidade quien pudo sufrir mirar tus ojoscon lágrimas de amor en la partida.
Advierte que eres alma en los despojos |
20 | desta parte mortal, que a ser la mía,faltara en tantas lágrimas y enojos;
que no viviera quien de ti partía,ni ausente, agora, a no esforzarle tantolas esperanzas de un alegre día.
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25 | Aquella noche en su mayor espantoconsideré la pena del perderte,la duda soledad creciendo el llanto,
y llamando mil veces a la muerte,otras tantas miré que me quitaba |
30 | la dulce gloria de volver a verte.
A la ciudad famosa que dejaba,la cabeza volvía, que desde lejossus muros con sus fuegos me enseñaba,
y dándome en los ojos los reflejos, |
35 | gran tiempo hacia la parte en que vivíaslos tuvo amor suspensos y perplejos.
Y como imaginaba que tendríasde lágrimas los bellos ojos llenos,pensándolas juntar crecí las mías,
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40 | mas como los amigos, desde ajenos,reparasen en ver que me paraba,en el mayor dolor fue el llanto menos.
Ya, pues, que el alma y la ciudad dejaba,y no se oía del famoso río |
45 | el claro son que con sus muros lava.
«Adiós, dije mil veces, dueño mío,hasta que a verme en tu ribera vuelva,de quien tan tiernamente me desvío.
No suele el ruiseñor en verde selva |
50 | llorar el nido de uno en otro ramode florido arrayán y madreselva,
con más doliente voz que yo te llamo,ausente de mis dulces pajarillos,por quien en llanto el corazón derramo,
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55 | ni brama, si le quitan sus novillos,con más dolor la vaca, atravesandolos campos de agostados amarillos;
ni con arrullo más lloroso y blandola tórtola se queja, prenda mía, |
60 | que yo me estoy de mi dolor quejando.
Lucinda, sin tu dulce compañía,y sin las prendas de tu hermoso pecho,todo es llorar desde la noche al día,
que con sólo pensar que está deshecho |
65 | mi nido ausente, me atraviesa el alma,dando mil nudos a mi cuello estrecho;
que con dolor de que le dejo en calmay el fruto de mi amor goza otro dueño,parece que he sembrado ingrata palma».
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70 | Llegué, Lucinda, al fin, sin verme el sueño,en tres veces que el sol me vio tan triste,a la aspereza de un lugar pequeño,
a quien de murtas y peñascos visteSierra Morena, que se pone en medio |
75 | del dichoso lugar en que naciste.
Allí me pareció que sin remediollegaba el fin de mi mortal camino,habiendo apenas caminado el medio,
y cuando ya mi pensamiento vino, |
80 | dejando atrás la sierra, a imaginarte,creció con el dolor el desatino;
que con pensar que estás de la otra parte,me pareció que me quitó la sierrala dulce gloria de poder mirarte.
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85 | Bajé a los llanos de esta humilde tierra,adonde me prendiste y cautivastey yo fui esclavo de tu dulce guerra.
No estaba el Tajo con el verde engastede su florida margen cual solía, |
90 | cuando con esos pies su orilla honraste,
ni el agua clara a su pesar subíapor las sonoras ruedas ni bajaba,y en pedazos de plata se rompía,
ni Filomena su dolor cantaba, |
95 | ni se enlazaba parra con espino,ni yedra por los árboles trepaba;
ni pastor extranjero ni vecinose coronaba del laurel ingrato,que algunos tienen por laurel divino.
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100 | Era su valle imagen y retratodel lugar que la corte desampara,del alma de su espléndido aparato.
Yo, como aquel que a contemplar se pararüinas tristes de pasadas glorias, |
105 | en agua de dolor bañé mi cara.
De tropel acudieron las memorias,los asientos, los gustos, los favores,que a veces los lugares son historias,
y en más de dos que yo te dije amores, |
110 | parece que escuchaba tus respuestas,y que estaban allí las mismas flores.
Mas como en desventuras manifiestassuele ser tan costoso el desengañoy sus veloces alas son tan prestas,
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115 | vencido de la fuerza de mi daño,caí desde mí mismo medio muertoy conmigo también mi dulce engaño.
Teniendo, pues, mi duro fin por cierto,las ninfas de las aguas, los pastores |
120 | del soto y los vaqueros del desierto,
cubriéndome de yerbas y de floresme lloraban diciendo: «Aquí feneceel hombre que mejor trató de amores,
y puesto que Lucinda le merece, |
125 | que su vida consista en su presencia,el también con su muerte la engrandece».
Entonces yo, que haciendo resistenciaestaba con tu luz al dolor mío,abrí los ojos que cerró tu ausencia;
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130 | luego desamparando el valle fríolas ninfas bellas, con sus rubias frentesrompieron el cristal del manso río,
y en círculos de vidrio transparenteslas divididas aguas resonaron, |
135 | y en las peñas los ecos diferentes.
Los pastores también desampararonel muerto vivo y en la tibia arenapor sombra de quien era me dejaron.
Yo solo, acompañado de mi pena, |
140 | volvite al alma, del dolor quejoso,que de pensar en ti la tuvo ajena.
Así ha llegado aquel pastor dichoso,Lucinda, que llamabas dueño tuyo,del Betis rico al Tajo caudaloso:
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145 | éste que miras es retrato suyo,que así el esclavo que llorando pierdesa tus divinos ojos restituyo.
O ya me olvides o de mí te acuerdes,si te olvidares mientras tengo vida, |
150 | marchite amor mis esperanzas verdes;
cosa que al cielo por mi bien le pidajamás me cumpla, si otra cosa fuerede aquestos ojos donde estás, querida.
En tanto que mi espíritu rigiere |
155 | el cuerpo que tus brazos estimaron,nadie los míos ocupar espere;
la memoria que en ellos me dejarones alcaide de aquella fortalezaque tus hermosos ojos conquistaron.
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160 | Tú conoces, Lucinda, mi firmeza,y que es de acero el pensamiento míocon las pastoras de mayor belleza.
Ya sabes el rigor de mi desvíocon Flora, que te tuvo tan celosa, |
165 | a cuyo fuego respondí tan frío;
pues bien conoces tú que es Flora hermosa,y que con serlo, sin remedio vive,envidiosa de ti, de mí quejosa;
bien sabes que habla bien, que bien escribe, |
170 | y que me solicita y me regala,por más desprecios que de mí recibe.
Mas yo, que de tu pie, donaire y galaestimo más la cinta que desechaque todo el oro con que a Creso iguala,
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175 | sólo estimo tenerte sin sospecha,que no ha nacido agora quien desatede tanto amor lazada tan estrecha.
Cuando de yerbas de Tesalia trate,y discurriendo el monte de la luna |
180 | los espíritus ínfimos maltrate,
no hay fuerza en yerba ni en palabra algunacontra mi voluntad, que hizo el cielo,libre en adversa y próspera fortuna.
Tú sola mereciste mi desvelo, |
185 | y yo también, después de larga historiacon mi fuego de amor vencer tu yelo.
Viva con esto alegre tu memoria,que como amar con celos es infierno,amar sin ellos es descanso y gloria,
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190 | que yo, sin atender a mi gobierno,no he de apartarme de adorarte ausentesi de ti lo estuviese un siglo eterno.
El sol mil veces discurriendo cuentedel cielo los dorados paralelos, |
195 | y de su blanca hermana el rostro aumente,
que los diamantes de sus puros velos,que viven fijos en su otava esfera,no han de igualarme aunque me maten celos.
No habrá cosa jamás en la ribera |
200 | en que no te contemplen estos ojos,mientras ausente de los tuyos muera;
en el jazmín tus cándidos despojos,en la rosa encarnada tus mejillas,tu bella boca en los claveles rojos,
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205 | tu olor en las retamas amarillas,y en maravillas que mis cabras pacencontemplaré también tus maravillas:
y cuando aquellos arroyuelos que hacen,templados, a mis quejas consonancia, |
210 | desde la sierra donde juntos nacen,
dejando el sol la furia y arroganciade dos tan encendidos animales,volviere el año a su primera estancia,
a pesar de sus fuentes naturales, |
215 | del yelo arrebatadas sus corrientes,cuelguen por estas peñas sus cristales,
contemplaré tus concertados dientesy a veces, en carámbanos mayores,los dedos de tus manos transparentes.
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220 | Tu voz me acordarán los ruiseñores,y destas yedras y olmos los abrazosnuestros hermafrodíticos amores.
Aquestos nidos de diversos lazos,donde agora se besan dos palomas, |
225 | por ver mis prendas burlarán mis brazos,
Tú, si mejor tus pensamientos domas,en tanto que yo quedo sin sentido,dime el remedio de vivir que tomas,
que aunque todas las aguas del olvido |
230 | bebiese yo, por imposible tengoque me escapase de tu lazo asido,
donde la vida a más dolor prevengo.¡Triste de aquel que por estrellas ama,si no soy yo, porque a tus manos vengo!
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235 | Donde si espero de mis versos fama,a ti lo debo, que tú sola puedesdar a mi frente de laurel la rama,donde muriendo vencedora quedes.*
Soneto
Vivas memorias, máquinas difundas,que cubre el tiempo de ceniza y hielo,formando cuevas, donde el eco al vuelosólo del viento acaba las preguntas.
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5 | Basas, colunas y arquitrabes juntas,ya divididas oprimiendo el suelo,soberbias torres, que al primero cieloosastes escalar con vuestras puntas.
Si desde que en tan alto anfiteatro |
10 | representastes a Sagunto muerta,de gran tragedia pretendéis la palma,
mirad de sólo un hombre en el teatromayor rüina y perdición más cierta,que en fin sois piedras, y mi historia es alma. |