|
Los pastores de Belén
Novela (1612)
|
______________________________________________________________
|
|
Rimas:
La Niña a quien dijo el Ángel
Zagalejo de perlas
Las pajas del pesebre
Cuán bienaventurado
De una Virgen hermosa
Nace el alba María
La Niña a quien dijo el Ángel
que estaba de gracia llena,
cuando de ser de Dios madre
le trujo tan altas nuevas,
|
5 | ya le mira en un pesebre,
llorando lágrimas tiernas,
que obligándose a ser hombre,
también se obliga a sus penas.
¿Qué tenéis, dulce Jesús?,
|
10 | le dice la Niña bella;
¿tan presto sentís mis ojos
el dolor de mi pobreza?
Yo no tengo otros palacios
en que recibiros pueda,
|
15 | sino mis brazos y pechos,
que os regalan y sustentan.
No puedo más, amor mío,
porque si yo más pudiera,
vos sabéis que vuestros cielos
|
20 | envidiaran mi riqueza.
El niño recién nacido
no mueve la pura lengua,
aunque es la sabiduría
de su eterno Padre inmensa.
|
25 | Mas revelándole al alma
de la Virgen la respuesta,
cubrió de sueño en sus brazos
blandamente sus estrellas.
Ella entonces desatando
|
30 | la voz regalada y tierna,
así tuvo a su armonía
la de los cielos suspensa.
Pues andáis en las palmas,
Ángeles santos,
|
35 | que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Palmas de Belén
que mueven airados
los furiosos vientos
|
40 | que suenan tanto.
No le hagáis ruido,
corred más paso,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
|
45 | El niño divino,
que está cansado
de llorar en la tierra
por su descanso,
sosegar quiere un poco
|
50 | del tierno llanto,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Rigurosos yelos
le están cercando,
|
55 | ya veis que no tengo
con qué guardarlo.
Ángeles divinos
que vais volando,
que se duerme mi niño,
|
60 | tened los ramos.
*
Zagalejo de perlas,
hijo del Alba,
¿dónde vais que bace frío
tan de mañana?
|
5 | Como sois lucero
del alma mía,
al traer el día
nacéis primero;
pastor y cordero
|
10 | sin choza y lana,
¿dónde vais que bace frío
tan de mañana?
Perlas en los ojos,
risa en la boca,
|
15 | las almas provoca
a placer y enojos;
cabellitos rojos,
boca de grana,
¿dónde vais que bace frío
|
20 | tan de mañana?
Que tenéis que hacer,
pastorcito santo,
madrugando tanto
lo dais a entender;
|
25 | aunque vais a ver
disfrazado el alma,
¿dónde vais que bace frío
tan de mañana?
*
Las pajas del pesebre,
niño de Belén,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
|
5 | Lloráis entre las pajas
de frío que tenéis,
hermoso niño mío,
y de calor también.
Dormid, cordero santo,
|
10 | mi vida, no lloréis,
que si os escucha el lobo,
vendrá por vos, mi bien.
Dormid entre las pajas,
que aunque frías las veis,
|
15 | hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Las que para abrigaros
tan blandas hoy se ven
serán mañana espinas
|
20 | en corona cruel.
Mas no quiero deciros,
aunque vos lo sabéis,
palabras de pesar
en días de placer.
|
25 | Que aunque tan grandes deudas
en paja cobréis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Dejad el tierno llanto,
|
30 | divino Emanüel,
que perlas entre pajas
se pierden sin por qué.
No piense vuestra madre
que ya Jerusalén
|
35 | previene sus dolores,
y llore con Joseph.
Que aunque pajas no sean
corona para Rey,
hoy son flores y rosas,
|
40 | mañana serán hiel.
*
Cuán bienaventurado
aquel puede llamarse justamente,
que sin tener cuidado
de la malicia y lengua de la gente,
|
5 | a la virtud contraria,
la suya pasa en vida solitaria!
¡Dichoso el que no mira
del altivo señor las altas casas,
ni de mirar se admira
|
10 | fuertes colunas oprimiendo basas,
en las soberbias puertas,
a la lisonja eternamente abiertas!
Los altos frontispicios,
con el noble blasón de sus pasados,
|
15 | los bélicos oficios,
de timbres y banderas coronados,
desprecia y tiene en menos
que en el campo los olmos, de hojas llenos.
Ni sufre al confiado
|
20 | en quien puede morir, y que al fin muere,
ni humilde al levantado
con vanas sumisiones le prefiere,
sin ver que no hay coluna
segura en las mudanzas de fortuna.
|
25 | Ni va sin luz delante
del señor poderoso, que atropella
sus fuerzas arrogante,
pues es mejor de noche ser estrella,
que por la compañía
|
30 | del sol dorado no lucir de día.
¡Dichoso el que apartado
de aquellos que se tienen por discretos,
no habla desvelado
en sutiles sentencias y concetos,
|
35 | ni inventa voces nuevas,
más de ambición que del ingenio pruebas!
Ni escucha al malicioso
que todo cuanto ve le desagrada,
ni al crítico en enfadoso
|
40 | teme la esquiva condición, fundada
en la calumnia sola,
fuego activo del oro que acrisola.
Ni aquellos arrogantes
por el verde laurel de alguna ciencia,
|
45 | que llaman ignorantes
los que tienen por sabios la experiencia,
porque la ciencia en suma
no sale del laurel, mas de la pluma.
No da el saber el grado
|
50 | sino el ingenio natural del arte
y estudio acompañado,
que el hábito y los cursos no son parte,
ni aquella ilustre rama,
faltando lo esencial, para dar fama.
|
55 | ¡Oh cuántos hay que viven
a sus cortas esferas condenados!
Hoy lo que ayer escriben,
ingenios como espejos que quebrados
muestran siempre de un modo
|
60 | lo mismo en cualquier parte que en todo.
¡Dichoso pues mil veces
el solo que en su campo, descuidado
de vanas altiveces,
cuanto rompiendo va con el arado
|
65 | baña con la corriente
del agua que destila de su frente.
El ave sacra a Marte
le despierta del sueño perezoso,
y el vestido sin arte
|
70 | traslada presto al cuerpo, temeroso
de que la luz del día
por las quiebras del techo entrar porfía.
Revuelve la ceniza,
sopla el humoso pino mal quemado;
|
75 | el animal se eriza
que estaba entre las pajas acostado,
ya a la tiniebla huye
y lo que hurtó a la luz le restituye.
El pobre almuerzo aliña,
|
80 | come y da de comer a los dos bueyes,
y en el barbecho o viña,
sin envidiar los patios de los reyes,
ufano se pasea
a vista de las casas de su aldea.
|
85 | Y son tan derribadas,
que aun no llega el soldado a su aposento,
ni sus armas colgadas
de sus paredes vio, ni el corpulento
caballo estar atado
|
90 | al humilde pesebre del ganado.
Caliéntase el enero,
alrededor de sus hijuelos todos,
a un roble, ardiendo entero,
y allí contando de diversos modos,
|
95 | de la estranjera guerra
duerme seguro, y goza de su tierra.
Ni deuda en plazo breve,
ni nave por la mar su paz impide,
ni a la fama se atreve,
|
100 | con el reloj del sol sus horas mide,
y la incierta postrera,
ni la teme cobarde, ni la espera.
*
De una Virgen hermosa
celos tiene el sol,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
|
5 | Cuando del Oriente
salió el sol dorado,
y otro sol helado
miró tan ardiente,
quitó de la frente
|
10 | la corona bella,
y a los pies de la estrella
su lumbre adoró,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
|
15 | «Hermosa María,
dice el sol vencido,
de vos ha nacido
el sol que podía
dar al mundo el día
|
20 | que ha deseado».
Esto dijo humillado
a María el sol,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
*
Nace el alba María
y el sol tras ella,
desterrando la noche
de nuestras penas.
|
5 | Nace el alba clara,
la noche pisa,
del cielo la risa
su paz declara;
el tiempo se para
|
10 | por sólo vella,
desterrando la noche
de nuestras penas.
Para ser señora
del cielo, levanta
|
15 | esta niña santa
su luz aurora;
él canta, ella llora
divinas perlas,
desterrando la noche
|
20 | de nuestras penas.
Aquella luz pura
del Sol procede,
porque cuanto puede
le da hermosura;
|
25 | el alba segura
que viene cerca,
desterrando la noche
de nuestras penas.
|