Hernando de Baeza
c. 1510
Las Cosas de Granada
Introducción
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HERNANDO DE BAEZAIntroducción
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Entre los acontecimientos memorables que registra la historia de nuestra patria, ninguno hay que, por su dramático interés, por la grandeza de los personajes que en él tomaron parte, por su importancia para el porvenir de España, y aun por la poética forma con que se presenta á la imaginación, pueda compararse con la conquista de Granada. El poder cristiano, unidos los reinos de Aragón y Castilla, había entrado en el período de su virilidad. Lentamente habían ido acumulándose los elementos de aquella sociedad robustecida por una constante lucha, hasta constituir una de las más grandes potencias de Europa, en tanto que el imperio musulmán, á semejanza de aquellas plantas que agotan toda su savia en un temprano fruto, había llegado á su decrepitud. El éxito de la lucha no podía ser dudoso. De una parte la energía de los reyes, la concordia de las voluntades, la eficaz ayuda de una nobleza opulenta, el entusiasmo que al pueblo inspiraba la seguridad de un cercano triunfo; de otra, la traición y la perfidia, la debilidad de los príncipes, las intrigas palaciegas, el odio de los partidos separados por mezquinos intereses, la deslealtad de una nobleza envilecida, el terror del vulgo empobrecido é ignorante; cuantos males, en fin, acompañan de ordinario la extrema decadencia de las naciones.Nuestros cronistas, como es natural, más atentos á las proezas de los campeones castellanos que á las desventuras de los vencidos, escasos además de noticias con respecto á las vicisitudes de la corte granadina, y refiriendo sólo, no siempre con la puntualidad que fuera de desear, los sucesos capitales que se relacionan con los cristianos, pero ajenos al conocimiento de la historia interna de la raza mora, nos han dejado poquísimas indicaciones que puedan servirnos para formar exacto juicio del estado de aquella sociedad degenerada. Coincide también esta circunstancia con la falta absoluta de documentos y memorias arábigas de la época de que tratamos. Mucho tiempo antes de que los Reyes Católicos emprendiesen la conquista formal del reino de Granada, pesaba sobre este país una especie de mortal dolencia, que así menguaba su poder político y paralizaba su comercio y su industria, como trababa y suspendía su actividad intelectual en todas las esferas. Con Ebn-Al-Jatib, á fines del siglo XIV, termina la historia literaria de los árabes españoles; en el patio de los Leones termina la historia de su arte, y pocos años después sus escritos y sus monumentos ya nos están manifestando la más deplorable decadencia. Aun los nombres de los reyes que precedieron inmediatamente al padre de Muley-Hacen nos son apenas conocidos, pudiendo considerarse como singular hallazgo el de una breve relación de la pérdida de Granada, escrita, al parecer, por un testigo presencial, encontrada no há mucho tiempo en la Biblioteca Escurialense, y dada á luz por el orientalista alemán Mr. Joseph Müller, en 1863 1).Es fama que la Reina Católica deseaba vivamente conocer la historia de los reyes de Granada, y para satisfacer curiosidad tan laudable escribió su cronista, Hernando de Pulgar, un breve compendio, en que resume cuanto contienen nuestros historiadores sobre tal materia 2). Libro muy incompleto y lleno de errores, que sólo puede servir para demostración de lo mal informados que se hallaban nuestros analistas con respecto á los sucesos interiores, alteraciones y revueltas de la corte de los Alahmares. Otro tanto puede decirse de la historia de Conde en esta última parte, y de todos los que le han seguido, pues que únicamente consultaron los testimonios indicados.Existe, sin embargo, una antigua relación, desgraciadamente incompleta, pero inapreciable por los curiosísimos pormenores que contiene, de los últimos sucesos del reino de Granada, escrita por un intérprete de Boabdil, y que ha sido desconocida de la mayor parte de nuestros historiadores. Argote de Molina indicó su existencia al referir los MSS. que había consultado para su Nobleza del Andalucía, y desde entonces, hasta la publicación de la Historia de Granada, de D. Miguel Lafuente y Alcántara, no sabemos que otro ninguno la haya visto ni citado. Mr. Müller, en el libro que hemos citado anteriormente, incluyó también este opúsculo de Hernando de Baeza, que hoy reproducimos más correcto.Poquísimas son las noticias que tenemos de su autor, reduciéndose casi exclusivamente á las que él mismo indica en el curso de su narración, al referir sucesos en que tuvo alguna parte. Por los años de 1483, cuando Abó-Abdillah Mohammad, denominado el rey Chico, salió de su prisión, hallábase Hernando de Baeza en Alcaudete, y allí el Rey de Granada tuvo ocasión de conocerle y tratarle, quedando, según parece, muy prendado de su discreción y despejo. Luego que este monarca, con tanta razón llamado el desventurado, pudo hacerse dueño del Albaicin, á despecho de su tío el Zagal, que imperaba en la Alhambra y en el resto de la ciudad, queriendo comunicar algunos asuntos de interés con los Reyes Católicos, y no teniendo persona de entera confianza á quien encomendar el mensaje, dispuso mandar á un moro mudéjar, llamado Bobadilla, con una carta de Ibrahim de Mora, su intérprete y alférez mayor, para Hernando de Baeza, invitándole á que se presentase en el Albaicin, y enterado de la voluntad del Rey, la pusiese en conocimiento de los de Castilla. Encargo de tal importancia demuestra que nuestro autor era persona de cierta autoridad y valía; mas, como la entrada al Albaicin era por aquel tiempo difícil y peligrosa, el plan no tuvo resultado. Alzada luego la ciudad á favor de Boabdil, volvió éste á llamarle, y entonces emprendió su marcha á la capital musulmana, donde permaneció por espacio de cuatro años, tratando con la mayor familiaridad, así al Rey como a su madre, mujer é hija, y recibiendo de todos las mayores pruebas de amistad y afecto. No consta cuáles fuesen sus ocupaciones en este tiempo; mas es de presumir, por lo anteriormente indicado, que le servia de intérprete y mediador en sus comunicaciones con los Reyes Católicos, que por aquellos años fueron muy frecuentes. Aunque en el título de su breve historia se dice que fue escrita hallándose en Granada, según aparece de su contexto emprendió esta obra muchos años después de la conquista de aquella ciudad, pudiendo entenderse que permaneció en ella avecindado. Los párrafos en que habla de la Reina Católica, de gloriosa memoria, y de Gonzalo Hernández, alcaide de Illora, que después, por su grande excelencia y nobleza de su persona, mediante la voluntad de Dios, que le ayudó, cobró renombre de Gran Capitán, demuestran que esta relación fue escrita ya entrado el siglo XVI, y que acaso la muerte le sorprendió antes de terminarla. En la correspondencia del secretario Hernando de Zafra con los Reyes Católicos, relativa á sus tratos y negociaciones con Boabdil, después de la entrega de Granada, que ha sido publicada en la Colección de documentos inéditos para la historia de España, aparece frecuentemente un personaje llamado Juan de Baeza, y algún otro de este mismo apellido, y cuyo nombre no se declara, que pudiera ser nuestro autor.Todo su relato se halla escrito en estilo sencillo y llano, pero lleno de exactitud y expresión; y pinta tan al vivo algunas escenas de la corte granadina, y hay tal verdad y carácter tan propio en los diálogos que Introduce en su narración, que parecen traducidos literalmente del árabe. Así sucede, entre otros párrafos, con la conferencia que el wacir de Muley-Hacen tuvo con aquel fiel servidor de la reina Aixa, a quien el cariño y lealtad hacia su señora condujo al extremo de proferir contra el rey palabras que pagó con la vida. Pero, aun más que en sentido literario, tiene esta obra interés en el concepto histórico, y en vano se buscarán en otras crónicas pormenores tan exactos y curiosos como los que nos comunica Hernando de Baeza acerca de las intrigas del harem granadino, de los desórdenes y crueldad de Muley-Hacen, y del carácter y cualidades de Boabdil. Algún personaje, como doña Isabel de Solis, que modernos escritores han presentado bajo un aspecto tan interesante y simpático, adornado con las galas convencionales de la poesía, aquí se nos manifiesta dibujado con los severos rasgos de la verdad histórica, en tanto que la tristísima y desventurada Aixa se realza y engrandece, al leer narrados con tal naturalidad y sencillez los pesares horribles que amargaron toda su vida. En este concepto, la obra de Hernando de Baeza es inestimable por única, y no podemos menos de lamentar repetidas veces que no haya llegado hasta nosotros en su integridad, ó, lo que es más probable, que el autor no la terminase.Nos induce á creer que Baeza no dio cima á su obra, la circunstancia de que los dos manuscritos que conocemos, antiguos ambos, terminan de igual manera. Existe el primero en la Biblioteca del Escorial, á continuación de la Crónica de los Reyes Católicos de Pulgar, y el otro en la Biblioteca del Excmo. Sr. Duque de Osuna. Mr. Müller lo ha publicado por una copia del primero, y ha incurrido en equivocaciones, de que nuestra edición carece. [...] Hemos anotado las variantes principales, designando con la letra E. el MS. del Escorial y con la O. el de la Biblioteca del Sr. Duque de Osuna.[...]Creemos que los aficionados á estudios históricos verán con interés esta colección, que tan al vivo retrata los caracteres y pasiones de aquellos célebres personajes, y pone de manifiesto hasta qué punto de desorden y desconcierto llegó la nobleza española, pocos años antes de que los Reyes Católicos empuñasen con firme mano los cetros de Aragón y Castilla, dando principio a la era más gloriosa de nuestra historia.E. L. y A.
―――――――― 1) Die letzten Zeiten von Granada, herausgegeben von Marc Jos. Müller. München, 1863, 8°. 2) Fue publicado por Valladares en el tomo XII del Semanario erudito. |