Libro de los estados

El primer libro

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[Capítulo VIII]

El viii° capítulo fabla en cómmo el infante fue marabillado de lo quel dixo Turín su consegero.

Quando el infante estas rrazones oyó fue ya más marabillado desto quel dixo que de lo que ante viera. Et por ende dixo: «Turín, pues si aquél es cuerpo de omne et non faze ninguna cosa que omne deve fazer, ¿qué mengua a en sí por que lo non puede fazer?»

«Sennor,» dixo Turín, «mucho querría que dexásedes de fablar en esta rrazón, ca esto non {49a} vos tiene pro nin vos cunple de cuidar en ello.»

«Turín,» dixo el infante, «mucho me marabillo desto que dizedes, ca pues me criastes me mostrastes quanto yo sé. Et en las cosas <que> yo de vós aprendí ay muchas que non son marabillosas nin tan estrannas commo ésta. Et pues las otras me mostrastes [       ] et non me querer mostrar ésta que lo es tanto? Por ende vos ruego que me digades toda la verdat desto. Et bien cred que si me dizides otras palabras o rrazones encubiertas, que vos las entendré et avré de vós querella. Ca si el amo, servidor o el consegero del sennor [es] entendido et dize palabras encubiertas o maestradas por encobrir la verdat, rrazón es que tarde o aína non <se> falle ende bien.»